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La Mafia Siciliana y aquella paisana fiel

En esta colaboración especial, Daniel Lecointre se remonta a la década del 30 cuando ´la camorra´´ intentó instalarse en nuestro país y planeaba organizar una gran reunión de mafiosos en esta zona de la provincia de Buenos Aires


Por Daniel Lecointre, exclusivo para Zona Campo. 

Todos hemos disfrutado de esas películas atrapantes,`` El padrino´´ ``Los intocables´´ entre otras. Repletas de autos negros, de hombres y mujeres elegantes, de fidelidades y traiciones, que se arreglaban con la íntima y silenciosa navaja, con el estruendo de revólveres fieles, que después dormían mansos en las sobaqueras, o las escandalosas ametralladoras ``Thomson´´. Todos hemos disfrutado esas historias, menos las pobres victimas de esos años sangrientos.


En la década del treinta ´´la camorra´´ también se instaló en nuestro país, o al menos lo intento. Hubo verdaderas bandas armadas que aterrorizaron la época. Aquí la mafia y el terrorismo no prosperaron, la sociedad no los quiso. Yo no voy a abrir juicio diciendo sí estuvo bien o habría que haberlos dejado actuar. En EE UU duraron algunas décadas, y el terrorismo aun resiste en varios países, En Colombia, África o Irán.


Las más conocidas se instalaron en Rosario, de ahí el mote de(la Chicago Argentina). Sus hombres más famosos fueron: ``Chicho Grande´´ también llamado el ``Al Capone de Rosario´´, su nombre era Juan Galiffi. El otro, más joven y posterior ``Chicho Chico´´ Francisco Marrone o Morrone. Entro al país con un nombre falso. Pues debía varias muertes a la justicia europea y también disparando de la furia de Al Capone (el verdadero) por haberlo estafado. No me extenderé más allá de lo necesario en la historia de ellos porque ya es muy conocida y fácil de averiguar en los diarios y revistas de la época. Pero los métodos extorsivos, las vinculaciones con el poder, la lucha entre bandas y los asesinatos salvajes, eran iguales a los que ocurrían en los de EE UU.


Una noche del año 1932, por un camino de tierra venia resoplando una ``voiturette´´, en ella iban el joven Abel Ayerza, dos amigos y el capataz del campo hacia done se dirigían, en la zona de Marcos Juárez. En eso ven un coche que parecía averiado al costado de la huella y a unos señores que pedían auxilio. No fue más que detenerse para darles una mano, cuando cinco mafiosos con armas largas amenazan y secuestran a Ayerza y a uno de sus amigos (hijo del ministro de hacienda de la nación). La historia es muy larga tremenda y atractiva pero no es el objetivo de este relato. Se pide un rescate, la pobre madre desesperada lo paga, pero un tiro de escopeta mata a Abel Ayerza y es enterrado en un maizal.


Estas bandas ya venían haciendo estragos en el campo y en las ciudades, pero este asesinato altero a la policía y esta les empezó a desparramar el avispero. Una buena cantidad fueron detenidos y el resto se desbandaron. Muchos de ellos llevaban una aparente vida normal. Incluso algunos jóvenes llegaron a nuestros pagos mandados por la `` cosa nostra´´ Por su puesto, olvidare cuidadosamente sus apellidos.

Chicho Chico había llegado al país con la amorosa Y serena orden de los capos Sicilianos de controlar y eliminar a Chicho Grande. Pero la vida continuaba y los negocios millonarios no podían esperar. Por medio de emisarios ``de confianza´´ Don Chicho Grande invita a su enemigo para arreglar una tregua en su domicilio de Bs As. Y así delimitar territorios y actividades. Cuando Chicho Chico llego, los guardaespaldas del dueño de casa le comunicaron que el patrón llegaría el día siguiente, pues aún estaba en sus viñedos de San Juan y que hiciera uso de las comodidades de la casa. Cenaron en un restaurant muy conocido y al regresar le indicaron su habitación. El huésped se recostó y entablo una charla amena con sus anfitriones, hasta que un cable se le enredo sin querer en el cuello, los hombres tiraron con fuerza y Chicho Chico murió. La policía siempre creyó que este se había escapado a Italia, y dejo de buscarlo. Hasta que cinco años después, un arrepentido conto la verdad. Así encontraron su cadáver y al cable fiel que seguía apretando su desmejorada garganta. Chicho Grande murió en un bombardeo a Milán. Era amigo de Benito Mussolini.


Hasta aquí, el marco donde se desarrollara la historia que sigue. Yo la escuche en la vos de Lino Gonzales, uno de los policías del pueblo y padre de media docena de hijos. Todos fuimos a la escuela con un Gonzales en aquellos años.


A él se la refirió un viejo oficial de investigación que trabajo en Olavarría en la década del 30. Esto fue lo que le conto:``- Nosotros sabíamos que algunos integrantes de esas bandas vivían o merodeaban esta zona. Teníamos soplones y gente infiltrada en sus filas, y ellos en las nuestras. O sea no estábamos seguros de nada. Pero había algo que si coincidía y nos tenía muy ocupados. El secreto: era que en esta zona de la provincia se iba a realizar una gran reunión de mafiosos dispersos y que estaban atentos al llamado. Como todos pertenecían a distintas facciones, no sabían cuándo y quien sería el mensajero. Eso les quitaba el sueño a ellos y a nosotros.


Teníamos varias estrategias, pero un hecho casual ilumino lo que parecía una buena idea. Una madrugada encontramos un hombre arrollado por el tren, su cuerpo estaba destrozado, pero reconocimos el sombrero y los botines. Era un linyera borrachín que no molestaba a nadie. Cuando lo hallábamos en alguno de los lugares que moraba le solíamos llevar ropa y comida. No tenía familia ni domicilio fijo. Esta situación fue el inicio de la trama. Usaríamos el cuerpo irreconocible de este hombre para transformarlo en el esperado emisario y portador de las órdenes secretas del lugar y fecha donde debían asistir los mafiosos. Era normal que nosotros o estos mal vivientes nos disfrazáramos de crotos o vendedores de ropa y recorrer los campos y la ciudad haciendo inteligencia. Así que le revisamos los bolsillos vacíos y se los llenamos de datos precisos y falsos para ver si caían, además de documentos y mapas. Todo tenía que ser de prisa y bien hecho, solo lo sabíamos tres hombres y fue uno de ellos el que quiso mejorar la trampa.

En las inmediaciones del pueblo (cerca de donde hoy está el hípico) vivía una pobre mujer. Una paisana sencilla, bonachona y trabajadora. Vendía, leche, huevos, pollos, pavos y todo lo que pudiera producir en la chacrita. Unos años atrás era visitada por uno de nuestros agentes, de ahí la conocíamos. Pero ahora hacía años que vivía sola``- Si algún día necesitan una mano cuenten conmigo-´´ nos había dicho en una oportunidad. Por un hecho puntual sabíamos que ella odiaba a la mafia. En un tris estábamos en su chacra. Le comentamos parte del plan y de nuestro temor de que los tipos desconfiaran. Le pedimos si se animaba hacer de viuda en el velorio y entierro. Una actuación remunerada por su puesto. Lo pensó un segundo y nos dijo que sí. Le pedimos una foto de ella y un papelito con anotaciones de algún pedido de pollos y huevos.


Todo eso fue a engrosar los bolsillos del finado de la forma más discreta. El paso siguiente era que uno de nuestros infiltrados le pasara el dato a un buchón importante de ellos. El resto era esperar. Paso todo el día y nada, teníamos miedo que los perros u otras alimañas nos hicieran un desastre. El cuerpo estaba en el terraplén lejos del pueblo. Antes de la media noche vimos luces en los binoculares y siluetas que se acercaban. Pasaron dos días hasta que un paisano encontró el cuerpo, le tomamos todas la declaraciones habidas y por haber y fuimos ``asombrados´´ a ver el hallazgo. Los bolsillos estaban otra vez vacíos. De ahí a la morgue, mientras le dábamos la fatal noticia a la pobre viuda, y organizarle el velorio en una casa prestada, lejos de sus vecinos. Pusimos algunos extras y a las dos horas lo llevaron al cementerio. Nosotros a la distancia seguimos los acontecimientos, vimos coches, caras desconocidas y no tanto, merodeando el triste espectáculo.


A los pocos meses me trasladaron de ciudad, -continuo el oficial contándole a Lino Gonzales - me jubile y volvía Olavarría. Pasaron una ponchada de años y un día amanecimos con la noticia que había fallecido un primo muy querido. Cuando salíamos por las vereditas sombreadas del cementerio, me di cuenta que mi esposa aún tenía unas flores en la mano, la abrace y le dije``-Ven, acompáñame, vamos ver una sepultura allá al fondo y te cuento una historia-´´ y le relate como habíamos hecho famoso a ese linyera aquellos días. Como sin saberlo nos había ayudado en una misión tan importante para el bien de toda la comunidad. Cuando nos íbamos acercando empecé a dudar, la sepultura estaba demasiado prolija y cuidada. Pero yo estaba seguro que era la primera contra el paredón, frente a una bóveda conocida. Cuando leí el nombre en la plaquita comprobé que era el de fantasía que habíamos inventado aquel día. ``-y tiene flores nuevas en el florero-´´ acoto mi esposa.


Volví a casa lleno de preguntas. Yo había investigado toda la vida, leído desde Sherlock Holmes hasta los últimos tratados de inteligencia. La intriga me pudo. A la semana volví, pregunte a los empleaos del lugar, que por supuesto no sabían nada, pero comprobé que otra vez tenia flores nuevas. Sospeche primero en esas mujeres mayores que van dejando flores a toda la parentela horizontal y perdida…tendrá el mismo apellido y pensara que es un tío lejano. Pero no podía ser, eran ramos importantes y todo estaba muy cuidado.


Un díahice un razonamiento más lógico, subí al auto y me fui a la chacra de aquella mujer. Todo había cambiado, ahora era una casa quinta con pileta y corredor. Los vecinos me dijeron que la señora la había vendido y no sabían dónde vivía. La sicología es una de las herramientas de la investigación, entonces trate de ponerme en la cabeza del otro. Es costumbre de mucha gente ir los domingos a ese lugar, pensé. Me sobraba tiempo y aburrimiento, así que de nueve a once en la mañana y después de las quince empecé a hacer guardia. Al mes venia el día de todos los muertos y me tenía fe. La tarde anterior vi que las flores estaban marchitas.


Amaneció sereno y soleado, me senté en uno de los bancos del campo santo y me dedique a leer el diario. Antes de las diez, una mujer avanzaba con alguna dificultad en la dirección correcta, traía un ramo de flores. Me saque los anteojos y la reconocí. No la quise interrumpir hasta que vació el florero, fue a una canilla, le puso agua fresca, se arrodillo, coloco amorosamente las flores, se hiso la señal de la cruz y comenzó a rezar un padre nuestro mientras yo me iba acercando. Cuando se fue a incorporar le ofrecí la mano para ayudarla. Me miro sin sorpresa, parecía que había llorado. ``-¿qué hace usted aquí comisario…que pasa? Dijo, como si me hubiera estado esperando. ``- ¿Qué haces vos en este lugar paisana, después de tantos años? Nos sentamos en el banco donde había dejado el diario y me lo dijo sin reproche ni reclamo, ``-y bueno…ustedes nunca me dijeron que mi actuación había terminado, tenía miedo que aún me estuvieran vigilando esas porquerías-´´Nos quedamos callados, yo no podía entender tanta fidelidad. Me di cuenta que nos habíamos olvidado de ella. ``-Yo estoy sola, igual que el pobre finado…en algo nos parecemos. Ya no tengo los animalitos, así que ésta es mi forma de esperar los domingos y de salir a pasear-´´ concluyo.


Al final del relato, Lino Gonzales le pregunto al oficia si habían tenido éxito y atrapado a los gánster. El hombre sonrió y dijo ``- esa parte de la historia no se puede contar, algunos aún están detenidos, otros ya cumplieron las condenas y andan por las calles del pueblo. Ahora parecen viejitos buenos, de sombrero y bastón-´´


PD: El padre de Abel Ayerza era médico y fue el descubridor de una enfermedad cardiaca que aun lleva su nombre.

Una gran genealogista ha encontrado en el abuelo de Lino Gonzales, una novelesca historia de amor con dos mujeres y dos familias que nunca se conocieron. Mis amigos, los hijos de Lino, se estarán enterando ahora de esa revelación. 


Acerca de Daniel Lecointre
El autor es nacido, vive y trabaja en el campo, en la zona de San Jorge, Partido de Laprida. En su sentir y sus palabras, esto es así desde hace más de 120 años, por los tiempos en que su abuelo llegó a esos pagos. Este relato describe la época de la esquila hace más de seis décadas en la Estancia El Destino, lugar donde nació y que contaba por aquellos años con 4000 lanares.  

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Por Daniel Lecointre, exclusivo para Zona Campo. 

Todos hemos disfrutado de esas películas atrapantes,`` El padrino´´ ``Los intocables´´ entre otras. Repletas de autos negros, de hombres y mujeres elegantes, de fidelidades y traiciones, que se arreglaban con la íntima y silenciosa navaja, con el estruendo de revólveres fieles, que después dormían mansos en las sobaqueras, o las escandalosas ametralladoras ``Thomson´´. Todos hemos disfrutado esas historias, menos las pobres victimas de esos años sangrientos.


En la década del treinta ´´la camorra´´ también se instaló en nuestro país, o al menos lo intento. Hubo verdaderas bandas armadas que aterrorizaron la época. Aquí la mafia y el terrorismo no prosperaron, la sociedad no los quiso. Yo no voy a abrir juicio diciendo sí estuvo bien o habría que haberlos dejado actuar. En EE UU duraron algunas décadas, y el terrorismo aun resiste en varios países, En Colombia, África o Irán.


Las más conocidas se instalaron en Rosario, de ahí el mote de(la Chicago Argentina). Sus hombres más famosos fueron: ``Chicho Grande´´ también llamado el ``Al Capone de Rosario´´, su nombre era Juan Galiffi. El otro, más joven y posterior ``Chicho Chico´´ Francisco Marrone o Morrone. Entro al país con un nombre falso. Pues debía varias muertes a la justicia europea y también disparando de la furia de Al Capone (el verdadero) por haberlo estafado. No me extenderé más allá de lo necesario en la historia de ellos porque ya es muy conocida y fácil de averiguar en los diarios y revistas de la época. Pero los métodos extorsivos, las vinculaciones con el poder, la lucha entre bandas y los asesinatos salvajes, eran iguales a los que ocurrían en los de EE UU.


Una noche del año 1932, por un camino de tierra venia resoplando una ``voiturette´´, en ella iban el joven Abel Ayerza, dos amigos y el capataz del campo hacia done se dirigían, en la zona de Marcos Juárez. En eso ven un coche que parecía averiado al costado de la huella y a unos señores que pedían auxilio. No fue más que detenerse para darles una mano, cuando cinco mafiosos con armas largas amenazan y secuestran a Ayerza y a uno de sus amigos (hijo del ministro de hacienda de la nación). La historia es muy larga tremenda y atractiva pero no es el objetivo de este relato. Se pide un rescate, la pobre madre desesperada lo paga, pero un tiro de escopeta mata a Abel Ayerza y es enterrado en un maizal.


Estas bandas ya venían haciendo estragos en el campo y en las ciudades, pero este asesinato altero a la policía y esta les empezó a desparramar el avispero. Una buena cantidad fueron detenidos y el resto se desbandaron. Muchos de ellos llevaban una aparente vida normal. Incluso algunos jóvenes llegaron a nuestros pagos mandados por la `` cosa nostra´´ Por su puesto, olvidare cuidadosamente sus apellidos.

Chicho Chico había llegado al país con la amorosa Y serena orden de los capos Sicilianos de controlar y eliminar a Chicho Grande. Pero la vida continuaba y los negocios millonarios no podían esperar. Por medio de emisarios ``de confianza´´ Don Chicho Grande invita a su enemigo para arreglar una tregua en su domicilio de Bs As. Y así delimitar territorios y actividades. Cuando Chicho Chico llego, los guardaespaldas del dueño de casa le comunicaron que el patrón llegaría el día siguiente, pues aún estaba en sus viñedos de San Juan y que hiciera uso de las comodidades de la casa. Cenaron en un restaurant muy conocido y al regresar le indicaron su habitación. El huésped se recostó y entablo una charla amena con sus anfitriones, hasta que un cable se le enredo sin querer en el cuello, los hombres tiraron con fuerza y Chicho Chico murió. La policía siempre creyó que este se había escapado a Italia, y dejo de buscarlo. Hasta que cinco años después, un arrepentido conto la verdad. Así encontraron su cadáver y al cable fiel que seguía apretando su desmejorada garganta. Chicho Grande murió en un bombardeo a Milán. Era amigo de Benito Mussolini.


Hasta aquí, el marco donde se desarrollara la historia que sigue. Yo la escuche en la vos de Lino Gonzales, uno de los policías del pueblo y padre de media docena de hijos. Todos fuimos a la escuela con un Gonzales en aquellos años.


A él se la refirió un viejo oficial de investigación que trabajo en Olavarría en la década del 30. Esto fue lo que le conto:``- Nosotros sabíamos que algunos integrantes de esas bandas vivían o merodeaban esta zona. Teníamos soplones y gente infiltrada en sus filas, y ellos en las nuestras. O sea no estábamos seguros de nada. Pero había algo que si coincidía y nos tenía muy ocupados. El secreto: era que en esta zona de la provincia se iba a realizar una gran reunión de mafiosos dispersos y que estaban atentos al llamado. Como todos pertenecían a distintas facciones, no sabían cuándo y quien sería el mensajero. Eso les quitaba el sueño a ellos y a nosotros.


Teníamos varias estrategias, pero un hecho casual ilumino lo que parecía una buena idea. Una madrugada encontramos un hombre arrollado por el tren, su cuerpo estaba destrozado, pero reconocimos el sombrero y los botines. Era un linyera borrachín que no molestaba a nadie. Cuando lo hallábamos en alguno de los lugares que moraba le solíamos llevar ropa y comida. No tenía familia ni domicilio fijo. Esta situación fue el inicio de la trama. Usaríamos el cuerpo irreconocible de este hombre para transformarlo en el esperado emisario y portador de las órdenes secretas del lugar y fecha donde debían asistir los mafiosos. Era normal que nosotros o estos mal vivientes nos disfrazáramos de crotos o vendedores de ropa y recorrer los campos y la ciudad haciendo inteligencia. Así que le revisamos los bolsillos vacíos y se los llenamos de datos precisos y falsos para ver si caían, además de documentos y mapas. Todo tenía que ser de prisa y bien hecho, solo lo sabíamos tres hombres y fue uno de ellos el que quiso mejorar la trampa.

En las inmediaciones del pueblo (cerca de donde hoy está el hípico) vivía una pobre mujer. Una paisana sencilla, bonachona y trabajadora. Vendía, leche, huevos, pollos, pavos y todo lo que pudiera producir en la chacrita. Unos años atrás era visitada por uno de nuestros agentes, de ahí la conocíamos. Pero ahora hacía años que vivía sola``- Si algún día necesitan una mano cuenten conmigo-´´ nos había dicho en una oportunidad. Por un hecho puntual sabíamos que ella odiaba a la mafia. En un tris estábamos en su chacra. Le comentamos parte del plan y de nuestro temor de que los tipos desconfiaran. Le pedimos si se animaba hacer de viuda en el velorio y entierro. Una actuación remunerada por su puesto. Lo pensó un segundo y nos dijo que sí. Le pedimos una foto de ella y un papelito con anotaciones de algún pedido de pollos y huevos.


Todo eso fue a engrosar los bolsillos del finado de la forma más discreta. El paso siguiente era que uno de nuestros infiltrados le pasara el dato a un buchón importante de ellos. El resto era esperar. Paso todo el día y nada, teníamos miedo que los perros u otras alimañas nos hicieran un desastre. El cuerpo estaba en el terraplén lejos del pueblo. Antes de la media noche vimos luces en los binoculares y siluetas que se acercaban. Pasaron dos días hasta que un paisano encontró el cuerpo, le tomamos todas la declaraciones habidas y por haber y fuimos ``asombrados´´ a ver el hallazgo. Los bolsillos estaban otra vez vacíos. De ahí a la morgue, mientras le dábamos la fatal noticia a la pobre viuda, y organizarle el velorio en una casa prestada, lejos de sus vecinos. Pusimos algunos extras y a las dos horas lo llevaron al cementerio. Nosotros a la distancia seguimos los acontecimientos, vimos coches, caras desconocidas y no tanto, merodeando el triste espectáculo.


A los pocos meses me trasladaron de ciudad, -continuo el oficial contándole a Lino Gonzales - me jubile y volvía Olavarría. Pasaron una ponchada de años y un día amanecimos con la noticia que había fallecido un primo muy querido. Cuando salíamos por las vereditas sombreadas del cementerio, me di cuenta que mi esposa aún tenía unas flores en la mano, la abrace y le dije``-Ven, acompáñame, vamos ver una sepultura allá al fondo y te cuento una historia-´´ y le relate como habíamos hecho famoso a ese linyera aquellos días. Como sin saberlo nos había ayudado en una misión tan importante para el bien de toda la comunidad. Cuando nos íbamos acercando empecé a dudar, la sepultura estaba demasiado prolija y cuidada. Pero yo estaba seguro que era la primera contra el paredón, frente a una bóveda conocida. Cuando leí el nombre en la plaquita comprobé que era el de fantasía que habíamos inventado aquel día. ``-y tiene flores nuevas en el florero-´´ acoto mi esposa.


Volví a casa lleno de preguntas. Yo había investigado toda la vida, leído desde Sherlock Holmes hasta los últimos tratados de inteligencia. La intriga me pudo. A la semana volví, pregunte a los empleaos del lugar, que por supuesto no sabían nada, pero comprobé que otra vez tenia flores nuevas. Sospeche primero en esas mujeres mayores que van dejando flores a toda la parentela horizontal y perdida…tendrá el mismo apellido y pensara que es un tío lejano. Pero no podía ser, eran ramos importantes y todo estaba muy cuidado.


Un díahice un razonamiento más lógico, subí al auto y me fui a la chacra de aquella mujer. Todo había cambiado, ahora era una casa quinta con pileta y corredor. Los vecinos me dijeron que la señora la había vendido y no sabían dónde vivía. La sicología es una de las herramientas de la investigación, entonces trate de ponerme en la cabeza del otro. Es costumbre de mucha gente ir los domingos a ese lugar, pensé. Me sobraba tiempo y aburrimiento, así que de nueve a once en la mañana y después de las quince empecé a hacer guardia. Al mes venia el día de todos los muertos y me tenía fe. La tarde anterior vi que las flores estaban marchitas.


Amaneció sereno y soleado, me senté en uno de los bancos del campo santo y me dedique a leer el diario. Antes de las diez, una mujer avanzaba con alguna dificultad en la dirección correcta, traía un ramo de flores. Me saque los anteojos y la reconocí. No la quise interrumpir hasta que vació el florero, fue a una canilla, le puso agua fresca, se arrodillo, coloco amorosamente las flores, se hiso la señal de la cruz y comenzó a rezar un padre nuestro mientras yo me iba acercando. Cuando se fue a incorporar le ofrecí la mano para ayudarla. Me miro sin sorpresa, parecía que había llorado. ``-¿qué hace usted aquí comisario…que pasa? Dijo, como si me hubiera estado esperando. ``- ¿Qué haces vos en este lugar paisana, después de tantos años? Nos sentamos en el banco donde había dejado el diario y me lo dijo sin reproche ni reclamo, ``-y bueno…ustedes nunca me dijeron que mi actuación había terminado, tenía miedo que aún me estuvieran vigilando esas porquerías-´´Nos quedamos callados, yo no podía entender tanta fidelidad. Me di cuenta que nos habíamos olvidado de ella. ``-Yo estoy sola, igual que el pobre finado…en algo nos parecemos. Ya no tengo los animalitos, así que ésta es mi forma de esperar los domingos y de salir a pasear-´´ concluyo.


Al final del relato, Lino Gonzales le pregunto al oficia si habían tenido éxito y atrapado a los gánster. El hombre sonrió y dijo ``- esa parte de la historia no se puede contar, algunos aún están detenidos, otros ya cumplieron las condenas y andan por las calles del pueblo. Ahora parecen viejitos buenos, de sombrero y bastón-´´


PD: El padre de Abel Ayerza era médico y fue el descubridor de una enfermedad cardiaca que aun lleva su nombre.

Una gran genealogista ha encontrado en el abuelo de Lino Gonzales, una novelesca historia de amor con dos mujeres y dos familias que nunca se conocieron. Mis amigos, los hijos de Lino, se estarán enterando ahora de esa revelación. 


Acerca de Daniel Lecointre
El autor es nacido, vive y trabaja en el campo, en la zona de San Jorge, Partido de Laprida. En su sentir y sus palabras, esto es así desde hace más de 120 años, por los tiempos en que su abuelo llegó a esos pagos. Este relato describe la época de la esquila hace más de seis décadas en la Estancia El Destino, lugar donde nació y que contaba por aquellos años con 4000 lanares.  

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