El MV Ramón Arregui nos cuenta su experiencia en una estancia patagónica trabajando con hacienda en medio de montañas y araucarias. Una faceta suya que no conocíamos y que nos emocionó.  

 Es bastante difícil poner una etiqueta a lo que hace Ramón Arregui. Que es veterinario, apasionado por la raza Hereford, dirigente de la zonal Bonaerense Sudeste y responsable técnico de la cabaña Las Tranqueras, eso lo sabe mucha gente. Nos referimos a lo otro, que no se conoce tanto, y entre idas y vueltas de mensajes y charlas fuimos descubriendo.

Prácticamente nacido y criado en el campo acompañando a su padre y su abuelo, desde chico su vida pasa por lo rural que, lejos de ser un lugar de trabajo, es un modo de vivir elegido. Y además ama montar y trabajar a caballo, al punto de haber cruzado los Andes en distintas ocasiones.

¿Arriero? ¿Jinete? ¿Peregrino? ¿Resero? Nos gustó un poco más esa, porque es más amplia y refleja lo que se ve en algunas fotos que nos mandó, de las cuales elegimos una que nos impactó de un trabajo en 2022 (que publicamos a continuación) y le pedimos que nos cuente como llegó a tomarla. Y ahí empezó todo, un intercambio que hoy sabemos dónde empezó pero no estamos seguros de hasta donde se puede llegar a expandir, porque Ramón nos impactó con su prosa, su sencillez, su manera de compartir las vivencias, y desde ZonaCampo queremos seguirla.

Bueno, entonces, esa de ahí arriba es la foto, y hasta acá llegó lo nuestro. Quedan en buenas manos en esta nota tan particular que presentamos a los seguidores de ZonaCampo. Los dejamos con Ramón Arregui y su propia palabra, palabra de resero.

Por MV Ramón Arregui.

"Como todos los años en Estancia Remolinos y La Papay (limita al este con la ruta 40, al oeste los majestuosos picos de la cordillera, al norte el río Catán Lil y al sur el río Aluminé y el majestuoso volcán Lanín que siempre muestra su cara norte, un buen punto de referencia para el desorientado…) se baja la hacienda de la "veranada" hacia la "invernada".

La veranada es el lugar de pastaje en muchos de los campos de cordillera, en este caso Patagonia norte, generalmente entre los meses de noviembre y fines de abril o principio de mayo y la invernada se hace en los campos que están más abajo, en esas estepas interminables y valles profundos, donde el invierno se hace menos duro. Esta actividad es la rutina misma del hombre de campo de esos inhóspitos parajes, es el lugar donde se mueven con total naturalidad, donde nada es cerca y todo lejos. Pero bueno les cuento la historia de esta foto.

Bruno Mele, mayordomo de esta estancia, un buen amigo, "Hermano" como le gusta decir a él en su tono amistoso, es una de esas personas apasionadas por nuestra cultura, por la tradición, un estudioso, conocedor como pocos de la historia de ese lugar, el protector de esos parajes, el que te señala este o aquel pico en el horizonte como si estuviera ahí nomas, pero estás a 100 km. Está a cargo de más de 17 personas en el establecimiento, todos oriundos de la zona, algunos viven en puestos cerca de la estancia y otros en puestos donde se llega a más de 6 horas a caballo entre montañas y mesetas.

El 1ro. de mayo del año pasado (2022), al aclarar ya habíamos ensillado y salíamos con los primeros rayos de sol y una buena helada hacia la cordillera. En el recorrido, que lleva todo el día, se van sumando personas a medida que pasamos por las cercanías de algún puesto; ni bien salimos ya en la primera tranquera se siente un tropel… es José, su hijo Luis y Miguel del "Casco La Papay" que vienen con su tropilla; para -al poco andar- meternos en un cañadón donde en uno de los desfiladeros descansa eternamente Raniqueo, un viejo domador de la estancia que ya en el 1900 andaba. Cuando pasamos por ahí para mi es obligada la señal de la cruz y tirarle alguna palabra en secreto para que nos acompañe en el viaje.

Ya más adelante se suma Oscar del puesto "Cerro Redondo", Atilio de "La Bañadera"; luego Eduardo de "El Gato", Antileo de "El Torta Frita", Abel de "Yeguadas". Cuando pasamos por Pilo Lil (Roca Agujereada, es un pico con una ventana), pequeña localidad a la vera del Aluminé, los chicos de la escuela salen a saludar a ese grupo de jinetes y caballos mientras ondea la bandera Argentina en un pequeño mástil, todo un acontecimiento para el poblado.

Ya cerca de las 4 de la tarde llegamos al Filo Bayo. Estamos en plena cordillera y aparece esta parte con mucha piedra amarronada, desvestida casi de vegetación donde ya comienzan a verse algunas Araucarias. Tengo unas fotos de noviembre de 2020 (una al pie de este párrafo, otras al final de la nota), subiendo un lote de 400 vacas muchas con cría al pie y los toros que darían servicio ese verano arriba… a mí me sorprendió en ese momento ver cómo suben, que yo te lo cuente no es lo mismo que lo veas y ni que hablar verlo en la foto, en ese momento pensás "acá se vuelve toda la ternerada"… cuántas veces en el llano de nuestra provincia para ir a la manga con vaca y cría tenemos que cambiar caballo… 

Pero ahora en las fotos de 2022 lo ves con mucha nieve (una al pie de este párrafo, otras al final de la nota) es que la semana anterior había estado fuerte el temporal. José y Silverio del puesto "La Veranada", de Mallín Grande han estado de rejunte estos días y esperan, mientras tanto nosotros luego de unos mates continuamos; ya abriendo huella en la nieve espesa. Estamos cerca de Mallín Grande, nos separa un bosque de Araucarias milenarias y ahí es donde se van los dolores de la jornada, estoy en un lugar al que llegan pocos, donde el turismo no corrompió la naturaleza ¡soy afortunado y agradecido!  

 Entrando la noche llegamos a Mallín Grande, noche en el galpón el asado con la clásica sopa que "tiene lo que tiene que tener" según el cocinero (que mezquina la receta), tirar el recado al suelo para esperar el día siguiente, donde juntaremos, contaremos y durante tres días bajaremos para entrar en la estancia por "El Torta Frita".

En la foto que elegimos para portada y que dio lugar a todo este relato (tomada a la mañana siguiente de entrar en los límites de la estancia), de temprano andamos campeando vaquillonas que trajimos en el arreo y dejamos descansar; tenemos que pasarlas a un potrero que las dejará más cerca de la manga ya que va a llegar el veterinario a tactar y hacer sanidad. Encontramos un grupo entre nubes… sí, esas son nubes, es que estamos a 1.400 mts de altura, vamos buscando la tranquera que estará quién sabe dónde. Que Eduardo que viene a un costado sabe, que "él es de acá", que "el puesto El Gato es su casa"… vamos entre neneos y coirones… estamos en un día común para él y tan fuera de lo común para mí. 

 Yendo más para atrás, llego a esa foto y a Bruno Mele porque en pandemia no podía entrar la persona que les seleccionaba hacienda (de Chile) y entonces por conocidos me llaman, clasificamos la reposición de vaquillonas y la torada. Desde ese momento se creó un vínculo primero laboral y luego de amistad, que dicho sea de paso es lo que más me gratifica. Por el Hereford, por Los Criollos, por la historia, por conservar las tradiciones, por ser uno de los pocos que llegan donde todo es lejos, por la familia.

¿Qué siento cada vez que voy? Siento la inmensidad, lo insignificantes que somos, siento ganas de que alguien sienta lo mismo que yo cuando estoy ahí, siento amistad… sobre todo siento ganas de volver, y me siento sumamente agradecido"